Ave Bacchus: el vino, de Orpheus a nuestros días

Ánforas de vino

En la Villa Romana de Orpheus no solo bailaban los mosaicos ni paseaban las togas al sol. Entre banquetes, ánforas y brindis al dios Baco, el vino era parte del alma cotidiana. Era placer, era rito, era cultura líquida. Hace dos mil años, en esta misma tierra que hoy pisamos, ya se celebraban catas sin llamarlas así. Y no eran cualquier cosa: eran verdaderas ceremonias del gusto.


El vino en la antigua Roma

Los romanos no solo fueron ingenieros del imperio, también lo fueron del paladar. Trajeron vides, perfeccionaron métodos, crearon rituales. Desde las villas hasta los foros, el vino era protagonista de la vida social, espiritual y económica. Se servía en copas de barro o plata, se almacenaba en ánforas que hoy aparecen, humildes y hermosas, entre los restos arqueológicos de lugares como la villa de Camarzana de Tera.

Y es que cada ánfora hallada en Orpheus guarda el eco de una historia. Historias de brindis, de cosechas, de celebraciones bajo el cielo meseteño. Historias que resuenan con fuerza cuando, siglos después, volvemos a llenar nuestras copas en honor al dios Bacchus.

Vasijas de barro para almacenar vino


De las ánforas al presente: la cata continúa

Hoy, en Camarzius Fest, el vino sigue teniendo un papel central. Pero no lo hace solo por nostalgia: lo hace por carácter, por identidad, por territorio. Lo hace gracias a quienes lo trabajan con el mismo respeto y pasión que los antiguos: como Bodegas Otero, uno de nuestros grandes aliados y patrocinadores.

Con más de un siglo de historia, Bodegas Otero representa esa continuidad entre pasado y presente. Sus vinos no solo hablan de viñedos, hablan de alma. Son botellas que cuentan historias: de familia, de esfuerzo, de la tierra de Benavente. Son el tipo de vino que haría brindar incluso al más severo senador romano.

En Camarzius Fest, cuando hablamos de experiencias inmersivas, no solo pensamos en la realidad virtual, en los conciertos o en los gigantes. Hablamos también de sabores, sentidos, raíces. Y el vino —el buen vino— es parte esencial de esa vivencia.

Barricas de vino


Ven a catar historia

Este agosto, mientras suenan los acordes y la villa revive entre recreaciones, alzaremos nuestras copas —y quién sabe si también alguna ánfora— para honrar al dios del vino, a la tradición que nos une, y al placer de compartir lo que fuimos y lo que seremos.

¡No olvides tu toga!

Tabla de embutidos con vino
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